Empezando por el título, no he sabido encontrar nada recomendable en esta película. Si lo que quieren ver son tiburones, les recomiendo un documental de La 2. Y si los prefieren ficticios, entonces hay que recurrir a Spielberg. Aunque Deep Blue Sea era del habitualmente mediocre Renny Harlin y a mi me gustó. Sin ser gran cosa, desde luego. Por otra parte, para ver a Halle Berry enfundada en un ajustado neopreno, mejor cómprense un calendario de la actriz – ¡qué los hay!-; y si la prefieren en bikini, estaba mucho mejor emulando a Ursula Andrews en el Bond Muere otro día. De Olivier Martinez –muy guapo él- no digo nada, porque aquí es puro relleno y apenas luce. Y si lo que realmente esperan del film es tensión y angustia en alta mar, aderezada con amenazantes escualos, entonces su película es Open water, y no este batiburrillo de clichés acuáticos, de estereotipos a bordo en forma de tripulación (el retrato del millonario caprichoso y engreído es para multarlo – a los guionistas, no a él-), de secuencias prescindibles (la de los pescadores furtivos es lo más gratuito que he visto en los últimos años, a parte de oscura y confusa como un video aficionado en un túnel), y de situaciones previsibles y desenlaces cantados. Nada sorprende, nada impresiona, nada entretiene. “Nada” es, en realidad, el resumen perfecto del film, que por no aprovechar no aprovecha ni las excelencias paisajísticas de los escenarios naturales donde está rodado.
un lloc de cultura peculiar
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