Un axioma tan trillado como que “la realidad supera siempre la ficción” parece haber sido el punto de partida de esta divertidísima comedia negra urdida por Carles Mallol para Flyhard. En ella, una novela inspira un crimen y desata un auténtico vodevil planteado como un juego de acciones paralelas y simultáneas, interpretadas por los mismos actores en diferentes papales alternos, aunque casi coincidentes – en el tiempo, aspecto y espacio-, hasta el punto de enredarnos en una madeja que llega a ser inquietante, pero que sobretodo es delirante, trepidante, siniestra a ratos, y muy cómica gracias a tres notables interpretaciones. ¿Quién es quién? Queda clarísimo, en realidad, pues todo está planteado y ejecutado con precisión, pero la dinámica de cambios, de alternancias, de confusiones, sospechas y secretas intenciones, nos intrigan y nos convencen para dejarnos llevar por este entretenido galimatías. Un montaje que confía toda su eficacia a tres enérgicos protagonistas, que casi son malabaristas funámbulos sobre las finas fronteras que separan sus diferentes pero idénticos papeles, y que nos ayudan a impregnarnos de la comicidad de la propuesta tanto como a sintonizar con una intriga que no tiene visos de acabar bien, porque la novela que parece haberlo inspirado todo se titula nada menos que “Y después pégate un tiro en la cabeza”.
La función tiene momentos brillantes. Teatro comercial del bueno (el texto original ganó el premio Born hace dos años). Humor fresco e inteligente, que se apoya en la palabra tanto como en la acción, en la gestualidad y el ritmo – la construcción es sólida-, y que atiende al más mínimo detalle, porque ninguno es baldío. Solo me costó encajar sin aristas en el conjunto algunos excesivos subrayados sonoros, y la parte algo más estrambótica del perro. Pero el resto funciona como un reloj. Una hora y cuarto que pasa como un suspiro.
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