Maléfica

La revisión de los cuentos clásicos según la iconografía de la era digital está de moda (de los resultados de cada tentativa habría mucho que decir pero no es el momento ni el lugar). Caperucita, Hansel y Gretel, Las habichuelas mágicas, Alicia e incluso una aventura metacuentista sobre los hermanos Grimm han precedido a esta relectura de La Bella durmiente, cuya originalidad radica en poner el acento sobre el hada mala, alias Maléfica, en vez de sobre la princesa. De hecho, la película es la reinterpretación de este personaje y no una versión del cuento, que se diluye, y de qué manera, cediendo todo el protagonismo a la villana, que no lo era tanto, según parece, y que incluso suplantará al príncipe en el momento culminante del relato, haciendo añicos toda una leyenda de la literatura infantil. Algo muy atrevido por ser una producción Disney, que desmiente de esta forma a uno de sus clásicos más populares, a la vez que difunde una convicción peliaguda y probablemente controvertida viniendo de un sello tan conservador como el suyo: el amor verdadero, en su acepción romántica, no existe. ¡Ahí es nada!

Pero al margen de estas disquisiciones, lo cierto es que la película funciona como un correcto entretenimiento fantástico. Angelina Jolie es una malvada fascinante, y transmite muy bien su debilidad emocional, y su combinación de fragilidad y agresividad de animal herido sin perder su capacidad de malsana seducción. Visualmente la película mantiene las constantes Disney, que van de lo bucólico a lo siniestro, siempre en un tibio equilibrio, pero no duda en aplicar con crudeza la contundencia estética que brindan los efectos digitales, y que nos acercan a la tradición del fantastique gótico en las escenas más violentas. Algo que cabe agradecer porque han conseguido por una vez un producto adolescente con marchamo adulto.