“Invasor” es una buena película, aunque no muy original. Un thriller intenso, intrigante, bien construido, con un ritmazo e interpretado con carácter y contundencia. Es valiente en la propuesta y no hace concesiones. Ni al espectador ni al sistema. Ni a las convenciones conformistas ni a la acostumbrada esperanza “in extremis” del cine comercial con vocación de agradar a la mayoría. Las cosas son como son. Nos gustaría que fueran de otra manera, pero no lo son. Y digámoslo ya, las misiones humanitarias en zonas de guerra son parte de la guerra y no de la paz. Y aunque puedan ondearse buenas intenciones, hay mucho hijo puta suelto. En el frente y en los despachos. Y de ambos bandos, por supuesto. De modo que si un infeliz cree en lo que hace, y por hacerlo bien se enfrenta a quienes le ordenan que lo haga, siempre pierde. Porque quien se enfrenta al sistema, nunca gana. A no ser que crean ustedes en aquello del triunfo moral. Y claro, así están llenos los cementerios de ingenuos, optimistas y quiméricos difuntos.
Calparsoro es un cineasta tan interesante como irregular, que regresa al cine con una película que parece retomar sus inquietudes allí donde las dejó en 2002 con la nada desdeñable “Guerreros”, ambientada también en las misiones internacionales del ejército español y con idéntico aliento crítico. ¿Qué hacemos allí?, parece preguntarse en sus ficciones, aunque recubra su interrogante de intrincadas tramas dramáticas, emocionales o intrigas político-militares. Pero no ofrece respuestas, sino que muestra evidencias. Allí, nosotros y cualquier otro “Invasor”, hace daño y se hace daño, porque ese y no otro es siempre el resultado de una guerra.
Els vostres comentaris