¿Quién nos pone puertas a la libertad? Existencial, creativa, emocional. A menudo nosotros mismos, lastrados por el qué dirán, por herencias retrógradas, miedos inculcados por educaciones herrumbrosas, tradiciones reaccionarias o culturas represivas y pusilánimes que engendran morales enfermizas y limitadoras. Y sólo nosotros podemos abrirlas y enfrentarnos a lo desconocido, a lo que está por venir, a la auténtica experiencia de vivir, que pasa por escapar de la zona de confort, por arriesgar y apostar por aquello que nos mantendrá en movimiento, vivos. Y Res de res, o lo que es lo mismo: Biel Jordà i Marta Barceló han decidido emprender esa Fuga necesaria, abrir sus puertas, y cerrarlas, y desvencijarlas, y golpearlas, escalarlas, sobrevolarlas… con furia, con rabia, con ambición, con amor, con desesperación y convicción, pero con todas las dudas del cambio, de la evolución. Y nos invitan a traspasarlas con ellos en una experiencia ingrávida de alto voltaje emocional, capaz de suscitar sensaciones tan intensas como románticas, a la vez poéticas y agresivas, descorazonadoras y esperanzadoras, fascinantes y siniestras, hermosas y reprobables. Sin una sola palabra, pero del todo elocuente. Un abanico de emociones que no nos ofrecían desde aquel portentoso Tempo, ya lejano y añorado, igualmente vertical y vertiginoso, servido con una sentido de la harmonía y la plástica que pocas compañías atesoran con los quilates de Res de res, revalidados ahora con esta maravilla que es Fuga. Hasta la profundidad de campo y el tan cinematográfico Split screen se atreve a utilizar Jordà, que consigue que el espectador deba escoger donde poner su foco de atención, en un lado u otro del escenario, donde ocurren cosas diferentes y complementarias, ejecutadas todas ellas con precisión e íntima contundencia por un reparto impecable que exigió nuestra ovación. Bravo.
Fuga
Compañía: Res de res Dirección y dramaturgia: Biel Jordà Creación e interpretación: Marta Barceló, Laia Oliveras, Aina Pascual i Pere Mas
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