Mucho se ha escrito, se ha dicho sobre el fenómeno xueta en Mallorca, pero nunca profundicé demasiado. Evidencia de mi escaso interés real y de la distancia cultural de mi entorno con la susodicha fricción sociocultural. Sé de las heridas sociales y familiares que aún supuran en la isla, y que han trasladado hasta el presente resentimientos, prejuicios, chistes e incluso insultos relacionados con la condición judía, pero lo cierto es que lo poco que he leído o visto (no es el primer espectáculo que se hace sobre el tema) nunca me ha seducido ni despertado especial interés. Hasta ahora. Fils de vida me ha entretenido (básico para evitar la desgana) e inoculado curiosidad. Y lo ha hecho de un modo realmente sorprendente en términos teatrales.
La crónica histórica es bastante habitual, y los espectáculos urdidos a base de testimonios reales, que hacen de la memoria viva una fuente oral de documentación impagable, también son frecuentes, como Iguana Teatre certifica con su producción más reciente: Mar de fons y Llum trencada. Pero Fullana (y sus dramaturgas) han hibridado una serie de géneros realmente inesperados en términos de ligereza teatral, y que en cambio consiguen una función ágil y amable, que fluye con soltura evitando discursos farragosos y apelando incluso al humor más íntimo y cotidiano. Una combinación de conferencia, de álbum fotográfico, de biografía familiar y teatrillo de sombras, que contra toda lógica aparente resulta hipnótico, intrigante, entretenido. Fascinante en el remate.
Un conjunto escénico y textual apuntalado sobre tres intérpretes formidables, que se dosifican por turnos, y nos regalan unos registros tan variados que consiguen que la perspectiva de los testimonios fluctúen, que el espectáculo no se decante, no tome partido, no se convierta en denuncia ni soflama, y despierte el interés de propios y extraños. Sin saber si los xuetas son los propios o los extraños.
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