La controversia de siempre. La película es mala, sí, pero en su estreno batió incluso a Indiana Jones y la misión imposible de Tom Cruise, y eso habrá que valorarlo. Santiago Segura es el mejor comerciante fílmico del cine español, eso no admite dudas. Se anticipó incluso a Abascal y a la incipiente eclosión de la ultraderecha en nuestro país con la creación del primer personaje de perfil Vox, y lo convirtió en la franquicia más rentable de la historia en España. Haciendo parodia, sí, pero a base de tolerantes carcajadas que más de uno malinterpretó. Y luego detectó en las antípodas un vacío en el cine familiar que ocupó con una vertiginosa proliferación de títulos (cinco en cinco años), previo batacazo de la irrelevante “Sin rodeos”, que nadie recuerda, convirtiéndose así, y por méritos propios, en el hacedor por excelencia de comedías domésticas para todos los públicos que revientan las taquillas en horario infantil. Lo dicho, un fenómeno. Pero solo si hablamos de vender productos filmados, no de cine entendido como propuesta creativa, y ya no digo artística, pues sus cintas se acercan demasiado a lo que durante años se llamó “españolada”. Un término que ha costado mucho erradicar del vocabulario popular para neutralizar prejuicios históricos contra nuestro cine, como para volver a invocarlo ahora con éxitos comerciales de ínfima calidad, prefabricados y con una desacomplejada abstención creativa. Y es que Vacaciones de verano es una película rodada con prisas, sin exigencia alguna, y según el criterio del todo vale (sino no se entienden algunas interpretaciones). Una película muy mala, que ganará mucho dinero. A lo que Segura diría: “Pues eso”. Vale, pues eso.
Dirección y guión: Santiago Segura.
Intérpretes: Santiago Segura, Leo Harlem, Cristina Gallego, Patricia Conde…
Javier Matesanz
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