Tokarev

Si existiera una ley capilar, los peinados de Nicholas Cage serían delito y su asesor de imagen un proscrito.

Y dicho esto, hablemos del último film del actor, que a decir verdad no es mucho más interesante que el primer párrafo de esta crítica, la cual, contagiada por la mediocridad del material que la motiva, será tan intrascendente e innecesaria como este prescindible thriller titulado Tokarev – Rage (Rabia) en el original-, que si ya era malo de por sí, encima es reiterativo y más inútil aún si cabe si atendemos a la existencia, tampoco insigne precisamente, de Venganza 1 & 2. Aunque al menos estas tienen a Liam Neeson.

Prefiero no hablar mucho de lo que es el film. Una auténtica calamidad carente de mérito alguno ni hallazgo destacable (quizás la rotundidad de la violencia sin estridencias). Pero me referiré a lo que no es y podría haber sido, pues la esencia del argumento esconde una idea interesante, que de haberse aprovechado podría haber brindado incluso una trama tan inesperada como brillante. Pero la esconde tanto que queda reducida a un precipitado recurso para forzar y resolver el desenlace, y a pesar de la sorpresa (no haremos ningún spoiler al respecto, por si alguien se anima pese a esta crítica), ya no puede arreglar nada, porque nada hay que merezca la pena ser arreglado.

Sólo apostillar una triste realidad con denominación de origen española para acabar este artículo. Todas las esperanzadoras expectativas depositadas en Paco Cabezas tras el estreno de la contundente y cachonda Carne de neón (2010) se han diluido con este encargo inane que nunca debió aceptar, por mucho que le apeteciera cruzar el charco y cobrar en dólares. ¡Y si lo haces, por Dios, que no sea con Nicholas Cage y su peluquero!