Reconozco que siempre espero lo mejor de José Luis Cuerda. Un tipo que es capaz de hacer Amanece que nos poco merece que crean en él eternamente. Y si además sumamos que el guión es de Manuel Rivas (en la segunda colaboración de ambos tras La lengua de las mariposas, basada en relatos del escritor gallego) el éxito parecía asegurado, ¿verdad? Pues tampoco ha sido para tanto. De Todo es silencio me gusta la primera media hora, en la que se nos cuenta la infancia de los protagonistas y se nos introduce en el misterioso y apasionante mundo del contrabando en la costa gallega. Nuestros protagonistas, niños preadolescentes, viven la pobre sociedad del tardofranquismo y descubren los secretos de los mayores, dolorosos, velados por la omertá imperante, pero también amores iniciáticos y los códigos de la amistad. A través de las miradas de los menores vamos conociendo el universo adulto de caciques, explotadores, explotados, corruptores y corrompidos. Un hecho trágico y un viaje sin retorno cortan la cinta en dos. Veinte años después los chavales han crecido, cada uno a su manera, pero la sociedad no ha cambiado tanto; el contrabando ha mutado en narcotráfico, la banda ahora es un cártel y los silencios son igual de elocuentes. Esa segunda parte no me convence. A pesar de las dosis de surrealismo, muy propias del gran José Luis Cuerda (que, por cierto, tiene un papel), de esos mariachis delirantes y de algunos diálogos dignos de ‘Amanece que no es poco’, la trama hace aguas. El thriller en el que se convierte no luce, avanza a trompicones, le falta ritmo y verismo y las interpretaciones de Celia Freijeiro, Quim Gutiérrez y, especialmente, Miguel Ángel Silvestre dejan mucho que desear. Es cierto que siempre es un placer ver en acción a Chete Lera, Luis Zahera o Juan Diego (aunque esté algo pasado de rosca en algunos momentos) pero no me basta para salir del cine satisfecho, aunque me pese.
Estimat Rafa, trobo que ets generosament benèvol. També admiro José Luis Cuerda, però ha fet un «truño». Terrible de principi a fi. Un zero absolut. Increíble la manca d’inspiració d’un home d’enorme talent.