Difícil saber si es un poema o un responso, una historia de amor o un réquiem sentimental, o simplemente otra paja mental de esas de existencialismo telúrico, metafísico y espiritual “made” in Malick. Aburridísima, larguísima y pretenciosa. En algunos momentos de tediosa desesperación hubiera dado mi reino por un diálogo. Cualquier cosa que hubiera sacudido el film y me sacara del sopor insufrible en el que me hallaba sumido. Solo comparable al que me provocó “El árbol de la vida”. Eso sí, como es habitual en el cine del director, la película ofrece una hermosa fotografía paisajística y naturalista en funciones de postal de autoayuda mística. Y respecto a Ben Affleck, celebrar que al fin ha encontrado su personaje perfecto, paseando en silencio.

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