A simple vista se ajusta a todas las pautas propias de ese cine social inglés, tan sobrio y crítico, comprometido, cercano a la crónica humana y a menudo incisivo por la vía de la observación y de la cruda sencillez expositiva, sin aditivos y por ello más convincente y creíble. Sí, pero no. The lady in the van, esa Miss Furgoneta en el jardín encarnada por la excepcional Maggie Smith, más vulnerable, tosca y entrañable que nunca, no es lo que parece. Y eso que parece muchas cosas, porque su inadaptado personaje, desde su traumática invalidez emocional, es de armas tomar. Su inconfesable pasado gobierna su caótico presente. Pero aquí hablamos de amor al prójimo, de conciencia – la mala y la buena-, de solidaridad, de tolerancia, generosidad y de otros muchos sentimientos y sensaciones, alejados todos ellos del romanticismo que suele ocupar buena parte de la oferta actual del género, y en este sentido la película no sigue ningún patrón establecido. Resulta inesperada. A ratos es monótona, de ritmo uniforme y algo soso. Plana. Pero engaña, y por momentos deviene descarada. Algo enigmática. Y finalmente atrevida. Hasta la frivolidad, diría yo. Se anima, incluso, a cruzar tímidamente las fronteras de lo fantástico. Ahí queda eso. Una aparición celestial, nada menos. Y todo ello, para rizar el rizo, inspirado en una historia más o menos real. El personaje por lo menos lo es. El aderezo tal vez no del todo. Quizá esté algo maquillado para la ocasión, y hasta deja sitio para una tierna pincelada metacinematográfica a modo de homenaje real; pero qué importa eso.
Ya lo hemos dicho al principio, nada es exactamente lo que parece; pero es hermoso lo que cuenta. La relación que cincela entre dos personajes tristes, solitarios, incomprendidos…, que hacen del respeto y del mutuo entendimiento casi una relación imposible de compañeros de soledad.
Els vostres comentaris