Ya sabíamos que Gotham no es precisamente una ciudad de vacaciones, aunque tal vez sea la más visitada del mítico mapamundi del cómic. Pero Matt Reeves ha decidido ensombrecerla aún más si cabe. Todo es sórdido, amenazante, decadente, destartalado y de un gótico catedralicio, sin rastro de sofisticación ni visos de redención. Eso sí, con un héroe y unos malos que se humanizan respecto a versiones anteriores, dando muestras de vulnerabilidad y evidenciando la ausencia de poderes. Héroes y villanos, pero humanos al fin y al cabo, con más o menos posibles. Y hasta aquí la aportación de The batman que, todo hay que decirlo, puede llegar a ser abrumadora y tan espectacular como rotunda visualmente, pero que suma muy poco a las propuestas de Nolan, que ya había llegado hasta donde alcanza esta nueva aventura del caballero oscuro, haciendo de ella una versión más sin más, que es lo mismo que decir innecesaria o solo para fans transigentes. Un film, en cualquier caso, que no es malo ni mucho menos, pero larguísimo porque sí, con secuencias estiradas para epatar o lucir poderío y estética sombría (el largo picado anfibio y rojizo del final es puro exhibicionismo visual), y con una preocupante falta de carisma y empatía de los personajes centrales. El rostro apesadumbrado de Pattinson es cansino, a Catwoman le falta garra y le sobran vidas, y Alfred es el menos convincente de cuantos nos han propuesto hasta la fecha (Enigma es la notable excepción). De modo que la cuestión no debería ser si la película es mejor o peor, o si gusta más o menos a los adeptos, sino ¿por qué? Y si no hay argumentos convincentes para el porqué sí, plantearse la continuación de la franquicia antes de llegar a un Batman con dos dígitos.
Javier Matesanz
Els vostres comentaris