Para situarlos desde el principio, sepan que Terminator Genesis, quinta entrega de la famosa saga, no es ni un remake, ni una precuela ni una continuación. Para reciclar a los cyborgs asesinos de James Cameron, Hollywood, siempre tan imaginativo cuando se trata de hacer caja, ha ideado un nuevo concepto: “el reset”. Dicho de otra forma, les van a contar la misma historia, con los mismos protagonistas y los mismos decorados, pero fractura temporal mediante, la versión del pasado que todos conocemos ha cambiado ligeramente.
Así, cuando John Connor envía al 1984 a su fiel Kyle Reese para salvar a su futura madre del robot asesino de Skynet, este se encuentra con que, oh sorpresa, Sarah Connor ya está al corriente del peligro que corre. Nuestra Sarah ya no es aquella damisela en apuros sino una guerrera tan combativa como su hijo. “Ven conmigo si quieres vivir” le espeta Sarah a un desconcertado Kyle Reese, en una inversión de roles que seguro llenó de orgullo y satisfacción a los guionistas. Encarnada por una aguerrida Emila Clarke, (la Daenerys de Juego de tronos irreconocible sin su peluca rubio platino), Sarah también tiene un fiel dragón; un inoxidable Arnold Schwarzenegger, que oficia de T-800 con un look crepuscular.
Por lo demás, Terminator Genesis es una reversión muy digna de los episodios 1, 2 et 3 (el 4 es mejor obviarlo). Película palomitera ideal para estos calores, con escenas de combates y explosiones que se suceden en un ballet perfectamente coreografiado. Algunas secuencias son verdaderamente impresionantes, como la de la inevitable persecución automovilística en pleno Golden Gate, entre Sarah y el T-800 y un malo maloso muy sorprendente del cual no desvelaremos nada. Además, los amantes del género que sentían la irreprimible nostalgia por volver a ver a Schwarzy, quedarán ciertamente conmovidos por el espectáculo de esta máquina humana ahora arrugada y canosa, luchando contra una versión más joven de sí misma.
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