“La pobreza y la soledad me hicieron poeta”. Eso decía y escribía Gloria Fuertes, que en verdad nunca estaba sola, a veces a su pesar, y que aunque nació, tampoco vivió ni murió pobre. Contradicciones de una mujer singular en una época en absoluto plural, y que hizo de su inadaptación su modus operandi existencial y poético. Inconformista, republicana y lesbiana, ataviada siempre con camisa y corbata, consiguió ser única y la única, que con semejante currículum personal se convirtió en popular presentadora televisiva y en la amiga de los niños. Ella que no fue ni quiso ser madre. Y no porque fuera una niña grande, como quisieron etiquetarla, sino porque como mujer así lo decidió. Y con todo consiguió ser respetada. Aunque a menudo censurada, eso sí. Una vida tan o más interesante que su obra, aunque tal vez sean lo mismo.
Laura de la Fuente la encarna, aunque no se parecen en nada. Pero es que nadie se parece a Gloria. Por eso no la imita. La interpreta, y lo hace con un estilo y unas formas algo abstractas, impostadas, como para distanciarse del realismo, del mismo modo en que lo hizo la poetisa, tan surrealista y tan naif, pero menos ingenua de lo que pudiera parecer. Porque a su manera, con su poesía diferente, y consciente de que había que sobrevivir para poder escribir, nunca dejó de decir lo que había que decir: “… y leemos que hay muertos y pasamos la hoja, y nos pisan el cuello y nadie se levanta… Esto pasa señores y yo debo decirlo”. Y al poco no vemos a la Fuente sino a Fuertes, así que lo hace bien. Muy bien.
Gloria Fuertes solo fue feliz porque escribía. Su vida no fue fácil, pero escribía. Y porque escribía la recordamos, pues leerla nos hace un poco mejores. Tal vez incluso felices. Sin pena y con Gloria.
Título: Sin pena y con gloria
Producción: Corral de García
Dirección: Jesús Arbués
Intérprete: Laura de la Fuente.
Javier Matesanz
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