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Samba

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 No era tarea fácil para Olivier Nakache y Eric Toledano igualar la performance anterior.  Tras el éxito sin precedentes de Intocable, fenómeno imbatible del cine francés, parece que han dado con una especie de marca de la casa, y de nuevo consiguen filmar ágil y limpiamente, sin honduras innecesarias, ya que la apuesta es claramente por la comercialidad en detrimento de la verosimilitud.

Nakache y Toledano no son, definitivamente, Ken Loach. De hecho tampoco lo pretenden, sino más bien parece que el empeño haya sido no defraudar en ningún caso a los fans de Intocable.  Teniendo en cuenta que los dos cineastas apuestan de nuevo por la comedia social como contexto de una historia de opuestos que se atraen, y que acuden otra vez a su actor fetiche (un eficiente Omar Sy, que a ratos consigue recordarme al gran Idris Elba), las comparaciones son inevitables. Si en Intocable el vínculo entre esos opuestos era la amistad, aquí se trata de una relación amorosa imposible entre un senegalés sin papeles y una ejecutiva francesa en horas bajas. Muy bajas. Y  también como en Intocable, el personaje blanco, que goza de una cómoda posición social, es sin embargo el más frágil, el más vulnerable.

Y hasta aquí las equiparaciones, ya que es precisamente en el dibujo de ese personaje donde se apoya la fuerza y la peculiaridad de esta propuesta, que no pasaría de ser una amable comedia bien intencionada y algo tópica si no fuera por esa maravillosa y depresiva Alice… Resquebrajada Alice y, sin embargo, potente y apasionada, Gainsbourg consigue dotar a su personaje de una austera y sobria belleza. Y a pesar de que el film abusa demasiado a menudo de los clichés, todo queda compensado y perdonado cuando la cámara enfoca a una Gainsbourg que compone con un simple fruncimiento de cejas toda una sinfonía de matices y de emociones, claramente reconocibles y, sin embargo, tan difíciles de transmitir sin caer en la sobreactuación.

La galería de personajes secundarios sigue el mismo patrón que el resto del film; tan eficaces, tiernos y divertidos que  uno quisiera llevárselos a su casa. Pero son, ay, tan increíbles. Quizás por eso brilla con luz propia Lamouna, el tío de Samba (Youngar Fall). Un personaje nada carismático, pero que aporta una luz de credibilidad a esta fábula social, a medio camino entre la comedia, el drama y el romance, que se deja ver alegremente.

 

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