Aviso para navegantes. Estamos ante una película de marionetas, sí, pero en ningún caso, ni por asomo, ante una película de cine infantil. No. Y si algún papá o alguna mamá se equivocan de sala con sus vástagos, guiados por la estética de los Muppets de toda la vida, en cinco minutos echarán en falta incluso la brutal “sutileza” humorística de South Park The movie, y la abandonarán conmocionados y tapando los oídos de sus hijos. Avisados quedan.
¿Quién está matando a los moñecos? es un film negro hecho de trapo al 50%, como esos híbridos que combinan animación e imagen real, dejando así la impronta de la factoría Henson –antes Jim, ahora Brian-, pero abandonando radicalmente el amable territorio transitado antaño por los emblemáticos y televisivos Teleñecos. Así, la película se adentra en el cine noir más estereotipado, poblado por la policía, un investigador de oscuro pasado, la mujer fatal que besa y dispara por igual, un mcguffin económico y pasional, y sexo y asesinatos por doquier. Lo que ocurre es que las pretensiones de su director de subrayar la condición de cine adulto a base de un torrencial lenguaje soez, roza el mal gusto y la grosería verbal de manera sistemática, y lo que es peor, innecesaria, convirtiendo la película en un producto barriobajero que pierde la gracia por puro exceso, y llega a incomodar hasta hacerse antipático. Una pena, porque es divertido lo que cuenta y eficaz el descaro con que lo hace. Pero es como el niño gracioso que se pasa con los tacos. Al final hay que reñirle, aunque te haga reír.
Los títulos de crédito finales, acompañados de un making off de los titiriteros digitales, es de lo mejor de la proyección. Una visita a la trastienda del producto donde conviven tradición y nuevas tecnologías.
P.D: adecuar el doblaje al público español con referencias a Ronaldo y Messi o a Julio Iglesias es tan forzado como innecesario.
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