No se parece en nada, pero ¡Que suene la música! es la misma película que Full Monty. Clavada, aun sin coincidencias argumentales. Parecidos razonables sí, y de estructura son idénticas, pero los parados con vocación de streapers son aquí esposas de militares en Afganistán, que para entretenerse forman un coro. Una ocurrencia disparatada. Horrible al principio, pero muy digna y meritoria al final. ¿Les suena? Pues eso. Y el tono cómico y emotivo, con aspiraciones de crónica social con mensaje, aunque más sentimental que ético o de denuncia, es calcado. Risas y lagrimales perfectamente sincronizados para acaparar un protagonismo alterno. Y funciona, aunque ya no sorprende, como su predecesora, y eso le resta eficacia.
Supongo que ya lo imaginan. El director de ambos films es el mismo, Peter Cattaneo, que no ha cosechado ningún éxito destacable desde aquel popular streaptease proletario, y ha decidido repetir la fórmula para reeditar tan lucrativos resultados. Pero creo que la estrategia le ha quedado algo descafeinada. Y aunque puede gustar en piloto automático y a corto plazo, así como pasan las horas se diluye hasta un olvido prematuro, que nos impedirá incluso compararlas pasados unos meses, pues nadie la recordará.
Aunque justo es decir que el pulso, más melodramático que cómico, librado por Kristin Scott Thomas y Sharon Horgan, es más que digno, y sustenta bien muchos pasajes que sin ellas serían de lo más anodinos.
Javier Matesanz
Els vostres comentaris