¿Qué cabe esperar de una película como Pompeya? Apenas nada. Un Péplum de la era digital dirigido por el padre de una franquicia de videoconsola como es Resident Evil puede deparar muchas emociones prefabricadas. Cine enlatado, aunque el envase sea ahora infográfico. Pero pocas sorpresas. Y eso es bueno. Lo peor que le puede pasar a un producto de estas características es que resulte pretencioso. Y no es el caso. Estamos ante una prescindible pero entretenida mezcla de Gladiator y Un pueblo llamado Dante’s Peak. Combinación innecesaria con coartada histórica, casi legendaria, que como era de esperar se convierte en dos horas trepidantes de acción adrenalítica sin demasiado esqueleto dramático, más allá de una excusa romántica a lo Romeo y Julieta del Imperio Romano. Pero quién necesita más si el espectáculo visual nos ofrece un terremoto, una erupción volcánica y hasta un tsunami impresionantes. Más que suficiente para los fans. Furia de titanes, por ejemplo, fracasó. De modo que, aunque no diremos que se trata de un buen film, lo cierto es que es un producto eficaz que utiliza todos los tópicos del cine de catástrofes y el de romanos para crear una plataforma perfecta para el inminente lanzamiento del videojuego, que no me extrañaría que se comercialice como extra del DVD, ya que prácticamente tiene las pantallas diseñadas en la película, los personajes perfectamente perfilados, un montón de transportes para la huida (galeras, cuadrigas, caballos, literas…) y armas a escoger para todos los gustos. Yo me quedo con el negro Ateneo, menos soso que el guapito protagonista, con su hacha y en la cuadriga. Y puestos a pedir, quiero cargarme a Kiefer Sutherland. Un malo de una sola pieza que parece puesto ahí para que nos desahoguemos cargándonos una tras otra todas sus vidas. Y a fe que tiene muchas, visto lo visto.

Pompeya
Dirección: Paul W.S. Anderson Intèrprets: Kit Harington, Emily Browning, Jared Harris, Kiefer Sutherland, Carrie-Anne Moss.
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