Un gran código QR a toda pantalla, una asistente virtual, cámaras digitales de vigilancia y arte contemporáneo como macguffin profesional. Pero no se dejen engañar, Pell de sargantana ha barnizado su propuesta de modernidad, cuando en realidad bebe sin disimulos de los clásicos del cine negro, que nada tienen de actuales, aunque sigamos disfrutándolos. Y nada malo hay en el intento, desde luego. Otra cosa es que la propuesta funcione, y lo cierto es que no lo hace. La apuesta es legítima, desde luego, pero el riesgo es enfrentarse a las comparaciones con sus insignes referentes, aunque provengan de otra disciplina con distinto lenguaje narrativo, y a la inevitable pregunta, implícita en un proyecto de estas características, que alude a sus pretensiones: ¿qué queremos aportar a un género tan icónico y en cierto modo extemporáneo? Y aquí es donde este montaje se queda sin respuestas. Y el resultado no lo justifica. El argumento resulta algo esquemático, previsible desde los albores del drama, y al desarrollo le falta tensión, espesura, ingenio y capacidad de sorpresa para sacudir al espectador, que acaba acomodándose frente a un relato rutinario que no transgrede la inercia en ningún momento, y cuyo ritmo se encomienda a la enérgica interpretación de Rodo Gener. Un intérprete siempre vigoroso y eficaz, pese a cargar con un estereotipo que no le exige mucho más que tirar de oficio con la contundencia precisa y una versatilidad tragicómica que parece venirle de serie. Suyos son los momentos más conseguidos de la función.
Coproducción: Teatre Principal de Palma y Tshock Cultura Emocional
Autor: Álex Tejedor
Dirección: Jeroni Obrador
Intérpretes: Rodo Gener, Laura Andújar, Àlex Tejedor, Bàrbara Nicolau.
Teatre Principal de Palma (Sala Gran)
Javier Matesanz
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