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Nostalgia televisiva 3: Arriba y abajo

Nostalgia televisiva 3: Arriba y abajo

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Una conversación en la cocina, como no podía ser de otro modo, fue el origen de la serie que se convertiría con los años, primero, en un enorme y merecido éxito de público y de crítica emitiéndose en más de 70 países durante cinco temporadas (68 capítulos); y segundo, en una de las sagas míticas y de más prestigio de la producción televisiva británica, laureada con un Globo de Oro en 1975, con cuatro premios Emmy también a la mejor serie dramática, y uno al mejor actor (Gordon Jackson, que encarna al Sr. Hudson, el inolvidable mayordomo de Eaton Place), y en dos ocasiones con el British Academy of Film and Television Arts, igualmente en la categoría dramática en 1972 y en 1974.

Y quién mantuvo esa conversación y de qué hablaron, se preguntarán. Pues fueron la actriz Jean Marsh, que acabó interpretando a la entrañable doncella Rose en la serie, y la también actriz Eileen Atkins que, en cambio, se conformó con el meritorio crédito de instigadora de la historia, y no participó como intérprete en su creación hasta la secuela de 2010. Y eso que, de algún modo, fue su padre quien les inspiró la saga, pues ambas actrices se hallaban de vacaciones en casa de esta, hojeando en la cocina un álbum de fotos familiares donde aparecían unas instantáneas de los habitantes de una casa señorial de principios del siglo XX. En las fotografías estaban retratados los señores, pero también los sirvientes, entre los cuales se encontraba el señor Atkins, mayordomo de profesión.

 

Corría por entonces el año 1970 y se emitía por televisión una serie de época de la BBC titulada La saga de los Forsyte, que tuvo una vida de tan solo 26 capítulos. Una crónica social costumbrista vista únicamente desde la óptica aristocrática, relegando el servicio al anecdotario complementario de los diferentes relatos. Un hecho que molestaba a Jean y a Eileen, que llevaban ya tiempo buscando un proyecto para trabajar juntas, y vieron su oportunidad en esta injusticia social televisiva. Era la excusa argumental perfecta, y fue así como idearon la base conceptual de Arriba y abajo, que narraba la vida de una familia aristocrática de postín (los Bellamy) y de sus sirvientes en un elegante edificio sito en el 165 de la calle Eaton Place de Londres, desde el año 1903 hasta el 1930. La historia de una convivencia doméstica en que el protagonismo era del todo compartido, e incluso llegó a decantarse por “los de abajo”, es decir, los sirvientes, debido a la popularidad que adquirieron dichos personajes, capaces de empatizar con el gran público mucho más que los aristócratas.

Pese a que los primeros capítulos fueron recibidos con cierta tibieza por la audiencia, Arriba y abajo pronto se convertiría en una serie de culto, debido a la indudable calidad de sus intérpretes, a la brillantez de sus incisivos, lúcidos y ágiles diálogos, no exentos de sarcasmo social ni de esa ironía flemática tan “british”, y a su exquisita y precisa ambientación de la época victoriana. Pero los aspectos más destacables, más memorables, de esta producción fueron, sin lugar a dudas, la exigente recreación histórica de algunos de los sucesos más importantes del momento y, sobre todo, su habilidad para integrarlos en los guiones de la serie hasta el punto de que sus consecuencias afectaban de un modo u otro, con pretendido realismo histórico, a las vidas de los personajes.

Señores y sirvientes por igual. Un hecho que ha convertido la serie no solo en un entretenimiento de notable valor cultural, sino casi en un documento audiovisual antropológico, pues retrata con gran rigor la evolución de la sociedad británica de los albores del siglo XX al hilo de los acontecimientos históricos, y sus personajes aparecen inmersos, sin licencias ficticias que los tergiversasen, en hechos reales tan significativos como el hundimiento del Titanic, la primera guerra mundial, la lucha por el voto de las mujeres o el crack de la bolsa de 1929.También se reflejaron en la serie algunos hitos sociales y avances tecnológicos del momento como los primeros automóviles circulando por las calles de Londres o el desarrollo de las líneas y el uso común del teléfono.

Otra de las particularidades que definió la personalidad de la serie Los de arriba y los de abajo (así se tituló en toda Hispanoamérica) fue el hecho de que, a pesar de su temática y la clara distinción social de sus personajes, nunca pretendió escenificar el conflicto de la lucha de clases desde un punto de vista especialmente crítico, sino más bien al contrario representó un cierto modelo de respetuosa convivencia entre ambas, sin que por ello dejasen de retratarse las evidentes diferencias existentes y se deslizaran algunas opiniones y actitudes de corte proletario. De hecho, algunos de sus principales protagonistas, que se convirtieron con el tiempo en los más populares y emblemáticos de la saga, navegaban entre dos aguas y de algún modo ejercían de enlace entre los deseos de los señores de arriba y las obligaciones de los criados de abajo. Era el caso del mayordomo escocés, el Sr. Hudson, que pese a pertenecer a la clase obrera velaba por la disciplina social, las buenas costumbres y las viejas tradiciones incluso más que los de arriba, convirtiéndose en azote de su propio colectivo trabajador con una incoherente actitud, tan altiva e inflexible que resultaba rayana en la impostura aristocrática. Huelga decir que fue tan aclamado como detestado por las audiencias, que se debatían entre su malhumorado y estricto carisma y su inadmisible porte de ambigua complicidad de clase.

Justo lo contrario que la simpática doncella Rose (Jean Marsh), siempre reivindicativa y comprometida con su condición laboral, pero participativa en cuestiones colectivas de alcance socialmente más global cuando se trataba de una causa justa que lo justificara. Por ejemplo, su implicación activa a favor del voto de las mujeres. Una cruzada feminista que emprendió de la mano de la señorita Elisabeth, sobrina de los Bellamy y por lo tanto una “de los de arriba”. Juntas pero no revueltas, en cualquier caso. Y esa fue la constante en el tono y las formas de relación que marcaron la dinámica de la serie de principio a fin.

Una serie que, con el paso del tiempo, ha dejado una huella estilística y argumental que ha influenciado a cineastas y productores televisivos de las más diversas tendencias y procedencias. Innegable es la fuente de inspiración del mayordomo de Anthony Hopkins en Lo que queda del día (James Ivory, 1993), a pesar de que adaptaba la novela homónima de Kazuo Ishiguro. Tampoco Robert Altman pudo disimular su admiración por la serie en la excepcional Gosford Park (2001). Pero el caso más claro es la también serie televisiva Downton Abbey (2010), actualmente en antena y en proceso de producción de nuevas temporadas, y que no solo ha sido comparada con Arriba y abajo por sus planteamientos y su estética victoriana, sino que venció por KO a la secuela de Arriba y abajo de 2010, que no alcanzó en absoluto la notoriedad de las cinco primeras temporadas de los setenta. En tan solo 9 episodios distribuidos en dos temporadas, la serie retoma las tramas de la original en el momento histórico donde esta finalizó, en 1936, antes del comienzo de la segunda guerra mundial. Pero ya no ha obtenido la misma repercusión, tal vez por el exceso de competencia, por el éxito de la mencionada Downton Abbey, que la relega a la condición de “más de lo mismo”, porque algunos de sus intérpretes más emblemáticos ya no están (Gordon Jackson murió en el año 1990) o simplemente porque no tienen edad ni ganas de repetir. Aunque curiosamente esta vez sí que comparten pantalla aquellas actrices, Jean Marsh y Eileen Atkins, que hace 42 años ubicaron en el mapa televisivo la calle Eaton Place, nº 165.

Arriba y abajo puede recuperarse aún en DVD. Las cinco temporadas. Pero difícil será volver a ver los primeros seis episodios, pues una huelga de técnicos de la época obligó a rodarlos en blanco y negro, y no se incluyen nunca en los packs. Solo el primero se repitió más tarde en color. Era algo así como el piloto. Hoy, descoloridos en su escala de grises, los capítulos del 2 al 6 de la mítica serie son ya joyas de coleccionista.

 

Título original: Upstairs, Downstairs Origen: Gran Bretaña Emisión en España: 1981-85 Nº de capítulos: 68 Nº temporadas: 5 Duración: 60 minutos Género: Drama costumbrista histórico Estudio-Productora: London Weekend Televisión/ Sagitta Productions Cadena: ITV Creador: Jean Marsh y Eileen Atkins Intérpretes principales: Gordon Jackson, David Langton, Jean Marsh, Angela Baddeley, Christopher Beeny, Jenny Tomasin, Simon Williams, Jacqueline Tong, Lesley-Anne Down, Rachel Gurney, Meg Wynn Owen, Joan Benham, Raymond Huntley, Nicola Pagett, Pauline Collins, Hannah Gordon, Patsy Smart, Gareth Hunt, John Alderton

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