Tal vez nuestras vidas puedan resumirse o recrearse algún día revisando los objetos que poblaron nuestra existencia. ¿Por qué no? Nos rodeamos de nuestras cosas, y a veces éstas nos definen mejor que las personas que nos acompañan, y que a su vez acumularon su propia cacharrería vital. Así que no es absurdo pensar que nuestra biografía pueda construirse a partir de los trastos que habitan nuestra memoria, o que un síndrome de Diógenes escénico pueda erigirse en crónica social improvisada, pero no por ello menos comprometida, incisiva. Eso, más o menos, es Només són coses, teatro de objetos con vocación nostálgica, crítica y cómica, que acumulando cachivaches y con la colaboración del público y la espontaneidad de sus intérpretes evoluciona caóticamente sin discurso ni desenlace, pero sin perder de vista la realidad que nos rodea.
El conjunto resulta algo indefinido, y cada función dependerá de la improvisación y las aportaciones externas, lo cual es un riesgo, pero también su mayor atractivo. Esa es la apuesta de las Hermanas Picahueso, que no es la primera vez que llenan el escenario de atrezzo de mercadillo para revisar los desmanes sociales y hacer del sarcasmo su aportación crítica, a menudo rotunda (estaba pensando en su Excalibur, que no era una espada). Y dicho esto, solo añadir que el día del estreno seguramente no fue la mejor función que harán. Quizás se les espesó por los nervios y el pase se alargó en exceso. Pero solo es un pero, porque además, cada día será una obra diferente.
Compañía: Hermanas Picahueso.
Dirección: Diego Ingold
Intérpretes: Aina Zanoguera i Diego Ingold.
Javier Matesanz
Els vostres comentaris