Mundo extraño es una extraña película. Disney ha dado algunos pasos hacia delante, pero demasiados hacia atrás. Está muy bien plantear esta trepidante aventura en modo metáfora medioambiental, sin abandonar los valores familiares de toda la vida, pero incluyendo la diversidad racial, normalizando las relaciones LGTBI y el liderazgo político femenino, y evitando focalizar en un villano el conflicto de la función, que gira en torno a planteamientos más globales, universales, muy al hilo de la actual inercia geopolítica y ecologista internacional. No está mal, insisto, como comprometido punto de partida, pero ¿y el entretenimiento? Porque de eso se trata, cuando se trata de cine para toda la familia. Está muy bien no ofrecer vacuidad envuelta en espectáculo infográfico, pero tampoco podemos olvidar al espectador, infantil y adulto, y lo cierto es que es difícil mantener el interés en el, por otra parte, enrevesado y denso argumento del film, que resulta ser un remedo visualmente alucinante de “El chip prodigioso”, pero que acaba por ser un aburridote panfleto naturalista de corte anatómico. Un alegato legítimo y sin duda bienintencionado, pero algo intenso y complejo en su resolución, que requiere de una explicación en voz alta para que nos quede claro. Y mucho me temo que a esas alturas ya han perdido a buena parte de la audiencia. Una pena, porque la evolución progre de Disney es motivo de celebración. Ahora hay que esperar que acierte, más que con la historia, con el guión que sepa contarla de la mejor manera para concienciar y distraer. Un equilibrio difícil, pero esencial para la eficacia de cualquier film.
Título: Mundo extraño
Dirección: Don Hall, Qui Nguyen
Animación
Javier Matesanz
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