No sé si estarán familiarizados con dos de los iconos de la cultura literaria americana como son Tom Sawyer y Huckleberry Finn (ambos imaginados por Mark Twain), porque a mi “Mud” me recordó de algún modo aquellas aventuras iniciáticas a orillas del Mississippi, mezcla de ingenuidad y picaresca, que simbolizaban la esencia del espíritu libre de la juventud, no exenta de riesgos y emociones, pero siempre apasionante. Aunque en una versión más adulta, y hasta cierto punto sórdida, en el caso de la película. Más intensa y perversa. Emocionalmente intensa y moralmente perversa. Dos rasgos que definen el carácter, a la vez atractivo e inquietante, seductor y manipulador, del personaje de Matthew McConaughey, y que le sirven al actor para demostrar, como ya hizo en la reciente, áspera y también sureña “The paperboy”, que puede ser algo más que el chico guapo de la historia. La ingenuidad y la picaresca, por su parte, la encarnan los dos espléndidos actores infantiles, contrapunto y contrapeso perfecto para garantizar el equilibrio de un relato que oscila entre la aventura juvenil y el drama romántico con modélica sobriedad.
Un tono narrativo que el realizador Jeff Nichols ya logro en cierta manera en su paranoica «Take Shelter» haciendo uso de idénticos recursos. Esa ambientación climática y paisajística opresiva que no tarda en convertirse en un convincente y asfixiante personaje más. El que define la personalidad del film.
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