¿Dónde empieza la realidad y dónde acaba la ficción? Imposible de saber. Y eso es lo mejor de este film feo y triste. Tanto que es hermoso, aunque nunca feliz. De hecho es la crónica de un fracaso anunciado. Un retrato conmovedor de perdedores con opciones al optimismo, a la felicidad, pero que oxidadas ya sus ganas de luchar, las dejan pasar. Las desaprovechan. En el peor momento además, sumando la decepción a la pena. Y el film resulta contundente y emotivo. Como lo son siempre las películas que contienen algo de verdad. Y aquí casi todo lo es. No hay ornamentos ni concesiones estéticas o manipulaciones melodramáticas. Se mueve en la tradición social, más expositiva que analítica, de los Dardenne o Guédiguian, siempre austeros, ásperos, amargos y realistas; pero aquí en una vertiente casi documental. Los intérpretes no son profesionales. Espontaneidad cruda. Naturalismo grotesco. Y autobiográfico, en parte. Los actores no se alejan demasiado de sus personajes. Son familiares. Angélique se llama Angélique. Sus hijos en la “ficción” son sus hijos en la vida real. Algunos, porque otros son el propio director y su hermano. Todo queda en casa, y de algún modo así lo siente el espectador. No necesariamente por identificación con su situación social. Desfavorecida. Marcada por las ausencias, por las carencias, por el desarraigo. Sino porque todo suena a cierto, auténtico. Y sin duda el calado de este tipo de historias es muy superior al de las coreografías artificiales o superficiales de algunas operaciones diseñadas en los altares del aséptico compromiso social, militante desde la distancia del bienestar. A menudo puro postureo creativo, aunque se pretenda solidario. Este film no es bonito. Ni optimista. Es duro, porque la vida lo es. Más para unos que para otros. Y nadie saldrá indiferente de la sala. Algunos tocados, otros hundidos.
Mil noches, una boda
Dirección: Marie Amachoukeli-Barsacq, Claire Burger, Samuel Theis. Intérpretes: Angélique Litzenburger, Joseph Bour, Mario Theis, Samuel Theis, Séverine Litzenburger, Cynthia Litzenburger.
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