Jugar con el sarcasmo tiene sus riesgos y el absurdo es siempre un terreno resbaladizo. La comedia, cuando fracasa, puede resultar anodina e insignificante, o en los peores casos deslizarse directamente hacia lo patético, lo ridículo. Y es precisamente ahí donde se instala esta obra. Dos horas interminables, insufribles, de seudo filosofía existencial, de presunto alegato antisistema de corte alegórico, de farragosa palabrería disfrazada de crónica apocalíptica de un mundo futurista devastado por el capital. Una especie de caricatura reivindicativa en tono irónico panfletario que se neutraliza a sí misma con un discurso verborreico. Recubierto con una pátina de pedantería que a la postre resulta vacua y, aunque maquillada de trascendencia postmoderna, es de una superficialidad sociopolítica de lo más pedestre, que alarga por alargar situaciones inconsistentes y redundantes tanto desde un punto de vista cómico como satírico. Un desatino que padecen los mismos actores, que pululan despistados recitando por pura inercia un texto que no va a ningún lado, y que ni se creen ni parecen entender, a tenor de los mecánicos y poco estimulantes resultados.
Javier Matesanz
Senzillament espantosa. No té nom . No ho entenc de cap de les maneres. Com es pot obrir temporada amb una mer………. com a aquesta ?. Com a espectadora estic indignada.
És així