Moon y Gravity describieron la soledad en el cosmos; una sensación desconocida para el común de los mortales que Duncan Jones y Alfonso Cuarón nos mostraron dolorosa, agobiante, existencial, en sus magníficas películas. The Martian se separa de la filosofía y las profundidades del alma para urdir una historia mucho más trepidante de lo que cabría esperar de un Robinson Crusoe abandonado a su suerte-por accidente y error- en un planeta desértico. No hay respiro en una cinta que va alternando la aventura biológica de nuestro héroe con todo lo que pasa en La Tierra, en general, y en la Nasa, en particular, pendiente de coordinar una improvisada misión de rescate para salvarle. Si supiésemos (y quisiéramos) analizar las imprecisiones científicas de las tramas acabaríamos con todas las películas de sci-fi; mejor dejémoslas a un lado para disfrutar de un espectáculo visualmente soberbio y muy bien narrado por Ridley Scott (Alien, el octavo pasajero y Prometheus) y eficazmente interpretado -empezando por Matt Damon y continuando por Jessica Chastain-. Es cierto que la historia rezuma bonhomía (lo que ocurre en la nave ‘Hermes’ no es normal), ‘americanismo’ (el epílogo), grandilocuencia (el discurso de los directivos de la Nasa) y fuegos de artificio (en varios momentos), pero también lo es que cumple con sus pretensiones y expectativas populares sin renunciar a la dignidad cinematográfica que, por otro lado, se le presumen al director de Blade Runner. Si Hollywood tiene que producir blockbusters quiero que todos sean como éste. Y ya puestos, lo ideal sería que en España dejasen los títulos originales (The martian), o bien traducidos (El marciano).
un lloc de cultura peculiar
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