“Toc, toc, toc… Cuando llaman a la puerta está a punto de empezar una historia”. Así es la vida. La vida del artista. Una vida llena de historias, porque la vida es puro teatro, y hay quien le ha dedicado a ello su existencia. Como Carles Alberola, que en su empeño ha contribuido a nuestra felicidad a la vez que ha cumplido su sueño de ser actor, de vivir del aplauso y de las risas, aunque en tan gratificante pero sacrificado oficio, al bajarse de los escenarios, sean más frecuentes las lágrimas que las sonrisas. Y de eso habla “L’últim ball”, en clave biográfica pero con vocación de homenaje corporativo, celebrando y reivindicando, sufriendo pero disfrutando. Un privilegio que hay que saber y querer soportar.
El espectáculo es una delicia. En otros ámbitos artesanales se diría de él que está hecho a mano. Con cariño, vocación y talento. Alberola es un maestro de la ternura cotidiana. Y se siente cómodo en la comedia en primera persona. Con una autenticidad tan convincente que casi apela a la amistad, a la confianza, y sus bromas, su gestualidad pueril, sus chistes malos, pero buenísimos, te divierten y emocionan sin filtros, sin cuarta pared, no como material cómico de un espectáculo, sino como parte de esa relación que ha conseguido establecer contigo, y que a quienes tanto le admiramos nos obliga a decirle a quien nos quiera escuchar que a Carlos Alberola no te lo puedes perder. Que vale la pena.
Y no me olvido de Alfred Picó, que no es un mero complemento cómico, sino que aporta contención y experiencia, el contraste y la adusta compostura necesaria para que fluya y funcione la más clásica de las fórmulas del clown, que alcanza su cota más delirante en el maravilloso peor número musical que he disfrutado en años. Colofón, epílogo aparte, de un entrañable montaje tan divertido como nostálgico inspirado en incontables historias reales, las vidas entre bambalinas.
Título: L’últim ball
Compañía: L’Horta Teatre.
Autor y director: Carles Alberola
Intérpretes: Alfred Picó y Carles Alberola
Teatre del Mar
Javier Matesanz
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