Defiendo Lucy, más allá de su espectacular y directísimo arranque, por su atrevimiento, casi temerario; por su capacidad para especular – a veces de forma muy naïve, otras con unos anclajes pseudo-científicos – sobre los límites de la mente, sobre el poder que albergamos en las zonas oscuras e inexploradas de nuestro intelecto. ¿En qué se convertiría nuestra materia gris si la lográsemos multiplicar por cinco? ¿Dónde situaríamos las fronteras entre lo que es ético y lo que no lo es, entre lo que nos conviene sólo a nosotros, como individuos, y al conjunto de la sociedad? Y aunque el planteamiento de Luc Besson (El quinto elemento) es pura fantasía, algunas de esas preguntas ya han recibido su pertinente respuesta por parte de la historia; la contestación está en esas mentes privilegiadas que cambiaron el curso de los acontecimientos con sus inventos, sus teorías científicas, sus dogmas ideológicos vehiculados por un descomunal poder de persuasión. Nuestra superheroína – interpretada por Scarlett Johansson – es femme fatale, rebelde, matahari, víctima y verdugo, conejo de indias y dominadora, pero ante todo un producto de su propias facultades, sobrevenidas gracias – o por culpa – de un experimento con drogas que cayeron en las manos equivocadas; es una fase avanzada de los monstruos que ya hemos conocido y una proyección de nosotros mismos antes de conocernos del todo. Porque si nuestra mente se abriese un poco más, si – tal y como propone la peli – utilizásemos un porcentaje mucho más elevado de nuestro cerebro causaríamos estragos insospechados. Lucy actua porque no tiene más remedio. No elige, no puede ponderar las consecuencias de sus acciones y por lo tanto es completamente inocente, y eso la condena y la salva al mismo tiempo. Puede que todo lo anterior os resulte una clase de filosofía barata, raquítica si la encaramos con la ciencia; pero, ¿Cuándo la filosofía fue ciencia? ¿Y cuando la ciencia fue cine? Pues tampoco lo sé, pero a mí me parece que estamos ante un trhiler entretenido y una estimulante invitación a lanzarse al vacío de lo desconocido.
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