Aunque el punto de partida es ciertamente inquietante y da para una angustiosa aventura existencial de corte apocalíptico – ¡tan de moda!, ¿por qué será?-, el guión de los hermanos Álex y David Pastor es endeble y dramáticamente atrofiado, y se conforma con acumular “grandes” momentos de tensión cada uno más forzado y absurdo que el anterior; tópicos y lugares comunes en una situación imposible (lo cual es rizar el rizo sin demasiado sentido), y con un desenlace a lo Adán y Eva que ruborizará a cualquiera que tenga el sentido de la vergüenza ajena mínimamente desarrollado.
Respecto a Coronado y Quim Gutiérrez, muy irregulares. Están bien solo a ratos. Como si fueran tomando conciencia paulatinamente de que la historia no les lleva a ningún lado y perdieran la concentración o el interés. Como nosotros, vaya.
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