Cómo decir que no te ha gustado un espectáculo que tenía todos los ingredientes para hacerlo. Y más cuando sus responsables creativos son de una solvencia acreditada y forman parte de la galería de referentes que admiro y cito con frecuencia cuando escribo del actual teatro balear. Pero es así, y no he conseguido sintonizar con “Les maleïdes”. Una de esas historias que sobre el papel me gustan. Contemporáneas, trepidantes, descaradas, irreverentes, espontáneas, muy cinematográficas, si se me permite decirlo: cine indie americano, road movies emocionales. La combinación perfecta, pero de resultado imperfecto. Con muchos atractivos y aciertos, pero globalmente insatisfactoria. La puesta en escena es a ratos hipnótica y de una imaginativa polivalencia, las interpretaciones son desiguales pero eficaces, cuando no brillantes (formidable y versátil Alicia Garau), la narración fluida y bien conducida en sus continuos requiebros, y la vertiente cómica, cuando el relato deriva hacia la caricatura, es absurda y esporádicamente divertida. Sin embargo, en conjunto la sensación es que nos cuentan las cosas, que nos las narran en vez de escenificarlas, de hacerlas, de vivirlas. Las acciones se explican más que representarse, y eso provoca un cierto distanciamiento que neutraliza posibles empatías o implicaciones emocionales del espectador con los personajes, de manera que el clímax dramático no sobrecoge como debería. Un claro indicativo de que la triste historia de las tres mujeres protagonistas, tres generaciones de una familia disfuncional, no ha llegado a cautivarnos. Lástima.
Producció: Sala Beckett i Teatre Principal
Dramaturgia: Sergio Baos
Dirección: Marga López
Intérpretes: Lorena Faus, Alicia Garau, Àlvar Triay, Teresa Urroz.
Teatro: Teatre Principal de Palma.
Javier Matesanz
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