Estaba por empezar la crítica diciendo aquello de ‘de un tiempo a esta parte, Álex de la Iglesia no consigue dar con la tecla…’ pero luego lo he pensado bien y, repasando su filmografía, la verdad es que tan solo volvería a ver La comunidad. y, quizá, Acción mutante. La aclamadísima El día de la bestia me parece que está sobrevalorada y el resto, prescindible o directamente lamentable.
Las brujas de Zugarramurdi empieza con diez minutos trepidantes y bien rodados (aunque mal escritos) pero se atasca en la primera escena que requiere de unos diálogos ingeniosos para mantener el interés – el viaje en taxi desde Madrid al País Vasco -. Ahí ya no hay fluidez, ni chispa, y si un discurso intencionadamente machista que busca el contraste con el resuelto feminismo que destila en conjunto; pero lo peor de ese tránsito es que ya nos pegamos de bruces con el primer gran inconveniente de la cinta: los actores protagonistas son muy malos. Lamento decir (o no) que Hugo Silva y Mario Casas puede que estén muy buenos, pero aun no han aprendido a vocalizar; y claro, quieras que no eso influye a la hora de interpretar. Casas, además, encarna a un poligonero con pocas luces, rol que subraya sus carencias, que no son pocas.
En ese punto de la película todavía conservamos la esperanza de que al llegar al pueblo donde todo ocurre, Terele Pávez y Carmen Maura salven los muebles. Pero no. Más allá de la gracia que pueda tener verlas haciendo de brujas antropófagas que caminan por las paredes, sus papeles son exagerados, histriónicos, dibujados con brocha gorda. El akelarre de De la Iglesia se completa con las ocurrencias de Carlos Areces y Santiago Segura – trasvestidos y con acento vasco -, dignas del catálogo de chistes de Jose Luis Moreno; con dosis de frikismo gore, bromitas más o menos macabras, mesianismo diabólico gamberrete y persecuciones enloquecidas. Para rematar, un tramo final inexplicablemente caótico cuyo principal ‘hallazgo’ es una criatura que engulle humanos sin masticar para expulsarlos por su ano gigante (tal cual), eso sí, muy conseguido en su factura. Jamás hubiese imaginado que escribiría esto, pero lo voy a hacer: lo mejor de la peli es el trabajo de Carolina Bang, convincente como femme fatale enamorada y heroína a su pesar.
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