Entiendo que pueda suponer un reto rehacer grandes éxitos animados de la factoría Disney utilizando las nuevas tecnologías virtuales, multiplicando así hasta el infinito su espectacularidad visual, y de paso exprimiendo un poco más los réditos de sus grandes clásicos. Pero sistematizarlo y hacerlo con todos ellos, además de tedioso, me parece un síntoma de atrofia imaginativa o simplemente una política de producción acomodaticia que roza la vaguería creativa. Y más aún seguir insistiendo después de los irrelevantes resultados de El libro de la selva, La bella y la bestia, El rey león y, sobretodo, ese despropósito que fue Aladdin. Proyectos a los que ahora se suma la innecesaria La sirenita, que solo aporta en positivo la asignación de Rob Marshall como director, o más bien coreógrafo, que brinda un par de apoteósicas secuencias musicales submarinas que realmente son fabulosas. El resto son fotocopias en imagen real en el mejor de los casos, porque los añadidos originales son lo peor. Las canciones del príncipe lamentándose en el acantilado y el rap de la gaviota y el cangrejo dan más pena que risa. Y el conjunto es realmente pobre. Previsible como todo remake, pero además lento en su desarrollo, lastrado por la excesiva parafernalia virtual, y perdiendo buena parte del encanto cómico y el romanticismo ingenuo del original. Ni Sebastián ni Scuttle ni siquiera Max hacen justicia a los dibujos que los inspiran, y del Bardem-Triton lo mejor que se puede decir es que menos mal que sale poco. Por cierto, que dure casi dos horas y media tampoco ayuda.
Producción: Disney.
Dirección: Rob Marshall
Intérpretes: Halle Bailey, Jonah Hauer-King, Javier Bardem, Melissa McCarthy.
Javier Matesanz
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