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La señal

La señal

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Con una estética y filosofía de film independiente y dotada de un presupuesto muy modesto,  La señal se perfila como una rara avis, obra a medio camino entre la ciencia ficción y el thriller, con elementos de El show de Truman y La bruja de Blair, y guiños a Cube y a 2001 Odisea del espacio, evidentísimo referente del casi novel William Eubank.  Con las premisas anteriores, podría parecer que estamos ante un film barroco, pero nada más lejos de la realidad. Eubank escoge, y muy acertadamente, una estética y una narrativa minimalistas, dónde todo se insinúa más que se explica, en una aproximación al género muy poco comercial.

Poco convencional sería el calificativo que mejor se ajusta a esta propuesta. Aquí no hay ningún rubor en dejar cabos sueltos y, en algunas ocasiones, se sacrifica la coherencia del guión en favor del suspense y la tensión narrativa y, sobre todo, de un cierto esteticismo algo hueco, pero visualmente hermoso. Y, aunque el arranque es algo lánguido, ya encontramos ahí ese discurso que hace de esta película un producto sorprendente. A priori, una road movie aparentemente convencional de tres adolescentes en búsqueda de un misterioso hacker que les envía la famosa señal… Pero, en seguida, el espectador se siente algo incómodo porque, en un cuadro presuntamente clásico, chirrían algunos elementos; las muletas de Nic (Brenton Thwaites), la delicada tristeza de Haley (Olivia Cooke),  y esa visión de la América más profunda, en una sucesión de encuadres que parecen salidos de un Hopper especialmente deprimido. Y, sin casi dejar espacio para encajar esas disonancias, la película vira al film de terror adolescente cámara en mano para, acto seguido, sumirnos en la ciencia ficción en su estado más puramente claustrofóbico. No se esperen demasiados efectos especiales, aquí el suspense y la intriga reposan claramente sobre el hermetismo y un perfecto dominio del ritmo narrativo.

Lástima que el final sea tan predecible, con esas antepenúltimas escenas en las que  un Laurence Fishburne absolutamente desaprovechado, nos revela lo que ya sospechábamos hacía un buen rato. Y sin embargo, la secuencia final, con la que el director cierra el film, es de nuevo osada, atrevida, sin molestarse en explicaciones innecesarias (las necesarias tampoco, por cierto), con esa confianza en la imaginación y la inteligencia del espectador que una siempre valora y agradece mucho.

Director: William Eubank Intérpretes: Laurence Fishburne, Brenton Thwaites, Olivia Cooke, Beau Knapp,

 

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