Tierna y bonita, a ratos divertida y descarada, pero falta de pegada emocional en su conjunto. Algo fallida, por tanto, aunque por su autenticidad, honestidad y modestia resulta superior a la media cualitativa de propuestas argumentales similares, que a menudo tienden a esa sensiblería lacrimógena de la que huye ejemplarmente La familia que tú eliges, que prefiere optar por un humor tan sincero como desprejuiciado.
Una especie de Rainman en tierras de Mark Twain, esta road movie pedestre se toma su tiempo para definir y describir una historia de amistad que no pretende trascender. Basta con el retrato. De eso se trata. Y lo que pudiera haber antes o después, poco importa. Serían otras películas. Una delimitación que es a la vez lo mejor y lo peor, pues acaban gustándonos los personajes, pero nos quedamos con ganas de más, porque poca cosa ocurre en el film.
En fin, una cinta irregular pero que deja ese regusto agradable que perpetua la sonrisa y enrojece los lagrimales sin dejar demasiada huella.
Javier Matesanz
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