La premisa no es nueva. La caza humana. Un ejercicio de crueldad extrema y prepotencia social de quienes exhiben su sangrienta soberbia ejecutando a semejantes menos afortunados, o inferiores según parámetros clasistas, xenófobos o de cualquier otra infame consideración, abatiéndoles de las más diversas y maquiavélicas maneras en un coto privado de caza que tiene tanto que ver con la diversión como con un ajuste de cuentas sicopático. Y claro, con estos mimbres argumentales y Trump en la Casablanca era fácil establecer paralelismos y tirar de sarcasmo. No digo yo que no fuera un buen punto de partida con potencial harto corrosivo. Pero la cosa se queda en poco más que una aventura chistosa y poco delicada en lo referente a los efectos visuales, que no se atreven a llegar al gore pero se cortan poco. Y todo para nada. La ironía y la crítica subyacente se queda en nada, el giro de verdugos y culpables del discurso final es de lo más ingenuo y demagógico, las referencias tarantinianas son obvias y el original lo hace mejor, y el conjunto adolece de absoluta irrelevancia como entretenimiento de género. Yo diría que hasta me entretuvo más el Blanco humano de Van Damme/John Woo del 93, y ya es decir mucho.
En cuanto a Hilary Swank, presunto gancho cualitativo barra glamouroso barra comercial del film, solo decir que pasará a la historia como la actriz con dos oscars accidentales y la peor filmografía de la historia.
Javier Matesanz
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