Joker es ya el villano más emblemático del cine. Este es su año y será admirado muchos más. Y lo es y será por méritos propios e inesperados, pues ha conseguido una película protagonista, biográfica en realidad, que se aleja del aluvión de franquicias fast-food con las que se le relacionó siempre, y con la cual ha aunado al público freaki de los cómics hipervitaminados y superpoblados de heroicidad, con el espectador adulto y exigente que le pide densidad e intensidad a las historias, así como profundidad psicológica a los personajes, para podérselos creer con argumentos, aunque sean de ficción y definitivamente estrafalarios. Y Joker es todo eso y más. Es un retrato portentoso. Tan cautivador como repugnante. Víctima y verdugo, que consigue hacernos empatizar con él a ambos lados de la línea, y conseguir que nosotros aplaudamos y Hollywood le financie la soflama antisistema más rotunda y devastadora que he visto en años en un film comercial. Matemos a los ricos para combatir la injusticia. Eso sí que es sedición y rebelión y no sé cuántas cosas más, aunque el personaje no hable en catalán. Y lo más sorprendente es que el proyecto, gestado en las entrañas de una industria que probablemente provocaría las iras del propio Joker como lo hiciera el breve, televisivo y malparado Robert De Niro, nace de la iniciativa de un hacedor de blockbusters cómicos muy eficaces pero no especialmente prestigiosos. Un Todd Phillips a quién nadie imaginaba levantando un drama contestatario de semejante envergadura e incendiario compromiso después de superar sus resacones en Las Vegas. Y de Joaquim Phoenix que decir, que no hayan dicho ya. Indescriptible. Sublime. Otra liga. Bravo.
Joker
Director: Todd Phillips. Intérpretes: Joaquin Phoenix, Robert De Niro, Zazie Beetz, Frances Conroy.
Els vostres comentaris