Nada hace pensar durante los primeros 40 minutos de metraje que Headhunters va a tomar esa deriva de vértigo y violencia, pero es precisamente ese ‘giro’ en el tono de la cinta es uno de los factores que la hacen interesante; otro es que está basada en un libro de Jo Nesbo, todo un especialista en novela negra.
En un principio nos situamos ante un planteamiento elegante, frío, con un personaje central sofisticado que narra la trama con cierta distancia emocional y nos viene a advertir que es capaz de cualquier cosa para conservar a su preciosa mujer y su elevado nivel de vida. Ese ‘cualquier cosa’ se traduce en el robo de obras de arte, práctica que compatibiliza con su trabajo de cazatalentos para una empresa. Las cosas se complican cuando nuestro ambicioso protagonista intenta dar el gran golpe. Los engaños y las mentiras que hemos visto hasta el momento se multiplican, el guión empieza a ponernos trampas, se suceden las persecuciones y los disparos y la sangre hace acto de presencia. En el fondo estamos ante un thriller más con descenso a los infiernos incluido, muy americano –aunque es noruego – pero eficaz y hasta cierto punto peculiar en algunos aspectos – cómo está contado ese tránsito del verdugo convertido en víctima, por ejemplo -. Me falla la parte más sentimental del final, pero el conjunto me parece muy sugerente.
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