Que los griegos llevan desde el inicio de esta monumental y compartida crisis económica ajustando sus cuentas es de sobras conocido. Ahora bien, que los ejecutores del ajuste no sean ahora tan solo los ministros de Economía y Hacienda sino también los ciudadanos anónimos -los “obligados tributarios” como nos denominala Agenciaespañola del ramo- en su actual estado de desesperación, rabia e impotencia es la situación que se plantea en la última novela de Petros Márkaris y de su protagonista literario, el comisario del grupo de homicidios de la policía de Atenas, Kostas Jaritos.
Con el comisario Jaritos, Petros Markaris (Estambul, 1931) ha conseguido una eficiente instrumento para retratar y contar su Atenas de nuestros días gracias a un personaje maduro, afable y modesto, pero perspicaz y puntilloso. Las investigaciones de Kostas Jaritos nos son relatadas casi como un diario personal aunque exentas de digresiones psicológicas y este tratamiento hace que las tramas sean ágiles y cautivadoras sin necesidad de persecuciones, puñetazos ni balaceras. Jaritos es un tipo común y corriente, cuyo momento de gloria le llega cuando su esposa le prepara unos tomates rellenos, su entretenimiento predilecto consiste en consultar el diccionario Dimitrakos (y aquí uno se imagina el María Moliner griego…), su coche es un SEAT adquirido en nombre de una quimérica solidaridad mediterránea -aunque debido a los recortes del presupuesto familiar se desplaza al trabajo en autobús-… y tanta carencia de glamour y agresividad acaban por convertirlo en un tipo cercano y entrañable.
Jaritos y los personajes que le rodean (esposa, hija, yerno, consuegros…) afrontan como naufragos, como estrategas de la supervivencia, la debacle económica, social, ética que azota la Atenasactual; el prototipo de ciudadano que pulula por las novelas de Markaris está cabreado, es borde y racista, su prioridad consiste en salvar su pellejo y en hacer responsable del desastre a los políticos y a los inmigrantes. En esta ocasión, el rastro de cadáveres que van apareciendo le sirve a Kostas Jaritos para ofrecernos un retrato dela Administracióny el grueso de los funcionarios, de la corrupción, la arbitrariedad y el favoritismo como forma principal de funcionamiento y los especialistas en saquear, acaparar y lucrarse con los recursos públicos. “Por lo general, los que progresan en el sector público griego pertenecen al grupo que va de los estúpidos a los mediocres. Si eres inteligente pero no tienes enchufes, eres víctima de una contradicción: lo pillas todo al vuelo pero avanzas como un caracol” (pág 96) o también: “No cobraba comisiones para hacer la vista gorda, sino para provocar retrasos” (pág. 164)
Pero el ajuste de cuentas no se queda en la actualidad sino que la trama hunde sus raíces en el pasado, en concreto enla Guerray posguerra civil griega, desencadenada al final dela II GuerraMundial cuando el nazismo alemán fue derrotado y se retiró del país heleno y una vez más se nos aclara que los polvos del presente nos vienen de los lodos del pasado. Y Petros Márkaris, que hizo su carrera universitaria en Alemania y conoce bien el paño, sentencia: “El problema con los alemanes no es que crean que tienen una economía saludable –que la tienen- sino que tienen una mente sana, cosa que no está tan clara.” (pág. 187) Todo el panorama actual y pasado por el que se mueve el comisario Jaritos está repleto de vivacidad e interés y quizás el punto débil de la historia esté en la identidad de los ejecutores, pero zambullirse en esta tragedia griega tiene grata recompensa para el lector curioso.
Petros Márkaris
Hasta aquí hemos llegado / Fins aquí hem arribat
Traducción al castellano de Ersi Marina Samará y al catalán de Montserrat Franquesa y Joaquím Gestí
Tusquets Editores, 282 páginas.
Precio:19,00€. Ed.digital: 12,34€
www.tusquetseditores.com
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