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Halt & the catch fire

Halt & the catch fire

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No es la primera vez que escribo esto de una serie, y lo hago con admiración, porque me parece fascinante, además de una evidencia indiscutible de su capacidad para seducir desde el talento narrativo. Y me refiero a cuando una historia te engancha, te absorbe, a pesar de que su argumento o su contextualización profesional implique continuos diálogos, incluso secuencias enteras impregnadas de palabrería técnica, de argot incomprensible o indescifrables estrategias empresariales que nos suenan a chino, pero que asimilamos sin perder el hilo ni el interés, e incluso empatizando con los personajes. Fue el caso de los vericuetos políticos y los inabordables mecanismos de poder en la inigualable El ala oeste de la Casa Blanca, o la jerga financiera de ese galimatías bursátil que es la fabulosa y adictiva Billions, que nada tienen que ver con mi entorno ni mis prioridades personales o profesionales, pero que aun así tengo en mi galería de series de referencia. Y ahora me planteo añadir Halt & the catch fire, que te sumerge en los albores ochenteros del auge de la informática doméstica, del nacimiento de los ordenadores personales y portátiles, y el inicio del torbellino ofimático que marca el ritmo de los tiempos, y que pese a un lenguaje tecnológico para mi inaccesible me resulta apasionante por su retrato humano y el de una época fundamental para entender la vida hoy y la sociedad que nos rodea.    

No es una serie amable, ni modélicos son sus personajes. Más bien son unos inadaptados, cuyas rarezas, obsesiones, traumas y, sí, virtudes y talentos profesionales hacen posible su supervivencia en la jungla de la incipiente industria tecnológica, donde rige la ley del más fuerte y el menos honesto. Y repito que no soy experto en la materia, y no puedo dar fe del rigor histórico de los grandes hitos y los estrepitosos fracasos mostrados, pero bien puedo atestiguar la eficacia narrativa y la incómoda pero tenaz credibilidad que desprende la descripción del campo de batalla laboral en el que se desarrolla la trama. Una cualidad diferenciadora que hace destacar la serie sobre otros productos más convencionales, y que más que probablemente justifique la elección de Juan José Campanella (El secreto de sus ojos, El hijo de la novia) para dirigir el episodio piloto y de algún modo establecer el libro de estilo de la producción, cuyo acabado es mucho más humano que tecnológico.

La serie puede verse íntegramente en Filmin, y tiene 4 temporadas que dan para mucho.

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