Qué pena. Así de simple. Que haber tenido no quiere decir que puedas volver a tener. Porque, si te dejas la voz en alguna fiesta y sabes que no volverá y te has peleado con todos los miembros de la banda que te hizo immortal con sólo tres discos (uno de ellos, cuadruple), no te líes a montar una gira mundial para demostrar que todavía sigues siendo grande. Porque te va a salir un petardo. Eso sí, un petardo muy caro.
Axl Rose y un grupo de señores, por llamarlos de alguna manera, a los que ha contratado el que fue líder de los Guns’n’Roses y que se ha quedado con el nombre de la banda y el derecho a destrozar sus propias canciones, salieron al cemento de Son Fuesteret pasada la media noche de ayer (hora y media más tarde de lo previsto) en el que se prometía como el concierto del año. O de los años. Tres guitarras, dos teclados, batería, dos pianos (uno de ellos sólo para cargarse November rain), batería y bajo. Y mucha parafernalia. Cuatro pantallas, una rampa, fuegos artificiales y fuego real, todo ello sobre el escenario. Hala, ¿ya estáis impresionados? Pues al ruido. A partir de ahí, una destrucción (en honor a su primer apetito) de todo lo que la banda había construído allá por finales de los ochenta y principios de los noventa. Insultantes revisiones de los clásicos más clásicos (incluso de los Who o los Rolling Stones), que se convertían en estiradas demostraciones de que los guitarristas saben mover los dedos muy rápido sobre el mástil. Entre ellos, interminables canciones de un disco fantasma llamado Chinese democracy, que no encandiló a (casi) nadie. Y, para ponerle la guinda al pastel, el señor del pañuelo en la cabeza se dedicaba a presentar a todos los miembros de la banda, que hacían sus pinitos como cantantes y largos e intolerables solos. Eso sí, Axl tiene un montón de sombreros y cazadoras de cuero y lo demostró a la audiencia, por si alguien estaba interesado en la moda. Los hubo que disfrutaron, seguro, pero también los hubo que se marcharon mucho antes de terminar. Y no fueron precisamente pocos. Qué pena.
Estoy de acuerdo. También asistí ayer a un retraso que te hace olvidar que antes hubo unos teloneros por lo largo que es; a un Axl Rose que tuvo que bajar el volumen de la banda porque si no, no se le oía (mal); y escuchar por primera vez un LP que no me voy a comprar ni loco (Chinese Democracy). Con el permiso de todos los verdaderos miembros de la banda original, me quedaré con el recuerdo y los discos guardados para oirlos en vinilo de vez en cuando.