Quien podía imaginar que un adicto a la bobada y al histrionismo cómico como Peter Farrelly, se distanciaría creativamente de su hermano Bobby y de los chistes de saldo que gestionaban, para hacer una película tan comedida y equilibrada como Green book. Un retrato social de lo más certero y crítico, con adecuadas dosis de humor y dosificadas concesiones al sentimentalismo, mientras cincela una comprometida denuncia a un pasado reaccionario y xenófobo no del todo extinto. Y lo hace además con una combinación de referentes realmente curiosa, casi clásica, que culmina en el relato de una bonita historia real: Paseando a Miss Daisy + Pigmalion + Cyrano= Green Book. Retrato de una amistad real, que se fraguó en extrañas circunstancias y duró toda una vida. La del músico de color Doctor Shirley y el chófer italoamericano Toni Lip, que le condujo de gira por las carreteras racistas del sur profundo americano de los 70. Un periplo nada amable que afianzo su confianza y hoy vale un Oscar de Hollywood, merecido tal vez más por los méritos humanos que no por los cinematográficos, pero Oscar al fin y al cabo. Un buen film, en cualquier caso, aunque algo blandito, quizás demasiado tímido en su cometido crítico, interpretado con acierto y domesticado carisma por Viggo Mortensen, y la emblemática prestancia de Mahershala Ali, que esconde así la fragilidad de un personaje más complejo de lo que parece, y que le ha valido su segunda estatuilla como actor de reparto. Sin duda un buen trabajo, aunque todos sus reconocimientos, en un contexto competitivo, hay que leerlos en clave política y no fílmica. No estamos ante el mejor film del año. No. Pero sí ante otra crónica social de esas que escuecen a Trump, porque enaltecen la diversidad y abogan por la dignidad de las personas. Roma, Spike Lee o Rami Malek tampoco son casualidad.

Green Book
Director: Peter Farrelly. Intérpretes: Viggo Mortensen, Mahershala Ali.
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