Aunque nacido en Francia, su familia era británica, y así se consideró Guy Hamilton tanto personal como profesionalmente, hasta que lo certificó con dos hechos inequívocos: llevó al cine en cuatro ocasiones a uno de los iconos británicos del cine, James Bond, y se mudó a Mallorca, fijando su residencia en Andratx como han hecho históricamente infinidad de compatriotas suyos colonizando nuestra costa.
En la isla vivió y murió – hace unas semanas a los 92 años-, pero también trabajó, pues en 1982, poco antes de trasladarse definitivamente, vino a Mallorca a rodar Muerte bajo el sol. Una adaptación de Agatha Christie con Peter Ustinov, Jane Birkin, James Mason y Maggie Smith, que significó casi su canto del cisne fílmico, pues solo dirigió una película más después de ésta; un piloto televisivo. Antes había dejado su huella con interesantes películas como Funeral en Berlín, La batalla de Inglaterra o Fuerza diez de Navarone; pero son sus film de 007 los que le aseguran un lugar en la memoria cinéfila. Dos con Sean Connery y dos con Roger Moore: Goldfinger, Diamantes para la eternidad, Vive y deja morir y El hombre de la pistola de oro.
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