Ganó el Globo de oro y el Oscar en la categoría de películas no rodadas en inglés y es de lo mejor que se ha estrenado en los últimos dos años. Una de las directoras más sugerentes del cine actual – la danesa Susanne Bier (‘Después dela boda’, ‘Hermanos’…) – entona una suerte de “nostrapte culpa” colectiva. Algo estamos haciendo mal cuando convertimos la violencia en materia de uso común. En un mundo mejor se debería llamarse ‘En un mundo menor’ por la visión que ofrece de la sociedad actual. La trama se balancea entre algún país del África negra (podríamos estar habando de un campo de refugiados en Sudán, por ejemplo) y la teóricamente hipercivilizada Dinamarca; en ambos lugares aflora el odio, de forma más o menos visceral o premeditada, y el hombre ejerce de lobo para el hombre, Leviatán campa a sus anchas. La crueldad de los niños, narrada con precisión y sin adornos, o la de los señores de la guerra en un país por hacer son extremos unidos por la esencia humana (una de ellas): la maldad. Se detiene la cinta en los retratos psicológicos de los chavales y escoge como héroe pacifista a un hombre que fracasa en las relaciones más próximas, certera contraposición. La familia tampoco es refugio – ¡qué bien está Trine Dyrholm en el papel de madre! – y el colegio, menos aun. Un fresco duro, implacable, sobre el mundo que habitamos y un escueto aliento de esperanza, sólo al final.
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