El guión es una risa. Y no porque estemos ante una comedia, sino porque es de lo peorcito que ha brindado el género thriller en años. De pura mediocridad es difícil incluso de analizar, pues no hay por donde cogerlo. Nada resulta convincente. Todo es tópico y rutinario. Igual que en anteriores películas de Rob Cohen, como Pánico en el túnel, xXx o A todo gas, pero peor. El imbricado plan criminal tiene más flecos que un chaleco country. Los personajes no pasan del esbozo más convencional, y los actores actúan por inercia. En piloto automático. O quizás es que son así de malos. No lo sé, porque excepto Edward Burns y Jean Reno, el resto de protas son perfectos desconocidos para mi. Y seguirán siéndolo en cuanto olvide este film hecho con desgana, sin inventiva ni pizca de talento creativo. Una de esas cintas que acumulan polvo en los videoclubes, en los estantes más altos, haciendo bulto junto a las mohosas exhibiciones patrióticas o fachas, siempre violentas, de Seagal o Lundgren. Es material de alquiler dos por uno, que funciona mejor como posavasos que como entretenimiento. Nota: no confundir con la fascinante Aro Tolbukhin. En la mente del asesino de nuestro paisano Agustín Villaronga. Una es cine; la otra, estridencia audiovisual.
En la mente del asesino
Director: Rob Cohen. Intérpretes: Tyler Perry, Matthew Fox, Edward Burns, Jean Reno, Rachel Nichols.
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