Buena película, extraña sensación. Creo que es la primera vez que veo un film inspirado en el telediario. Talmente como si hubieran adaptado una novela, pero con las noticias. Y aunque el retrato, la crónica de la peor España ética y moralmente hablando es magnífica, lo cierto es que el déjà vu es permanente, como si ya nos supiéramos de memoria este relato de corrupción política, que con una leve capa de maquillaje ficticio es prácticamente verídico. Casi un reality del que los periódicos son algo así como un spoiler. Si lees el diario te cuentan la película. Y esa es a la vez la grandeza y el punto débil del film, tan interesante como previsible, aunque una vez más la realidad supera de largo la ficción.
Sorogoyen habla del partido, de vicesecretarios y presidentes, de gerentes, cajas B y libretas contables negras como el tizón, y todos pensamos en los mismos, aunque no los nombren. Y tal vez por eso, para compensar, incluyen a una jefa de filas con acento andaluz (Ana Wagener), que sugiere manchas de otros colores. Pero al final resulta evidente, obvio que estamos ante una PPelícula, ambientada no por casualidad a caballo entre Madrid y Valencia. Y claro, con estos ingredientes Antonio de la Torre se luce y se echa el film a la espalda para amalgamar lo peor de lo peor de nuestra clase política. Todo en uno. En un hombre que como actor no tiene límites, y hace que la película crezca al ritmo de su ansiedad, de sus pulsaciones. Tanto que no era necesario que Sorogoyen incluyera una secuencia casi final muy de thriller, que no casa con el tono del resto del film. Menos mal que se corrige con un arriesgado desenlace tan “mediático” como elocuente. Corrupción y cuarto poder, menudo matrimonio. Y qué grande Bárbara Lennie.
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