La escenografía ya nos predispone. Un Puig Major de cartón piedra, de cuento, de rondalla, convertido en teatrillo, donde sobrevivir a un apocalipsis en forma de tsunami. Cuatro náufragos en la Tramuntana afrontando el fin del mundo. Un tema peliagudo que puede dar para un tratado filosófico o un manual de supervivencia extrema, pero no van por ahí los tiros. Ni del texto ni de la dirección. Y lo descubrimos a los pocos segundos, cuando los cuatro protagonistas, con Sergi Baos a los hilos, se nos presentan a modo de marionetas con frenéticos y coreografiados movimientos, y desatan otro sashimi, perdón, tsunami, pero esta vez de risas en platea. A base de estridencias gestuales, de movimientos espasmódicos, de ocurrencias cómicas, de momentos absurdos y cabras lecheras, hacen de esta caricaturesca tragedia un festín cómico, sin más pretensión que el divertimento, y que confía su eficacia a la capacidad histriónica de sus intérpretes. Y éstos lo bordan con registros extremos que van desde el histrionismo al transformismo, de la ternura a la histeria, consiguiendo que sus roles excesivos, a la vez que naifs, calen con simpatía en el público, y éste disfrute sin contemplaciones de la broma.
No sé cómo habrá sido la experiencia, ni el sistema utilizado para escribir esta comedia a seis manos, pero la sensación es que se lo han pasado en grande sobre el papel, que han sabido transmitírselo a los intérpretes, que lo disfrutan y se divierten en escena, y claro, el efecto es contagioso, de manera que una vez se destapa la risa en las butacas, ya todo fluye para bien.
Post data reflexiva: ¿el final es un “en ningún sitio mejor que en sa roqueta” o un reivindicativo “ya no hay sitio para nadie más”?
Productora: Produccions de Ferro
Dramaturgia: Marta Barceló, Sergio Baos i David Mataró.
Dirección: Sergio Baos
Intérpretes: Toni Gomila, Lluqui Herrero, Lluís Oliver i Alba Flor.
Teatro: Espai El Tub
Javier Matesanz
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