El título puede parecer una burla. Como si no me hubiera gustado la película. Pero no es así. Es que no he podido resistirme a la ocurrencia, porqué sin menoscabar las virtudes del film, es imposible verlo sin pensar que los X-Men se han quedado atrapados en el Día de la Marmota; y a mi francamente esa combinación me hace gracia como punto de partida. Ya está, ya me he justificado.
A partir de aquí, hay que decir que estamos ante un Burton que quizás no sea el mejor, pero sí en estado puro. Más que nunca. Y es que, aunque no es tan extravagante como en otras ocasiones, consigue un equilibrio ejemplar entre su gusto por el fantástico de corte épico y legendario (Batman, El planeta de los simios…), lo estrambótico de sus personajes (Bitelchus, Eduardo manostijeras, Willy Wonka), su tendencia a lo siniestro y truculento (Sleepy Hollow, Sweeney Todd, La novia cadáver…), y su predilección por la fabulación y la tradición oral (Big Fish). Todo corregido pero no necesariamente aumentado en El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares, donde pese a todo prima el contenido sobre la forma, que sin dejar de ser visualmente estrafalaria, alucinante y excesiva, se pone al servicio de una aventura muy Peter Pan, que es otra de esas odiseas que lleva contándonos el cineasta, el niño más peculiar de Hollywood, desde hace varias décadas con otros títulos y otros protagonistas.
La película es un carrusel de sensaciones. Aunque le cueste algo arrancar y alcanzar la velocidad y altitud pretendidas. Cuando te atrapa no te suelta. Es imposible no disfrutarla con una sonrisa cómplice, comprometida, que se quiebra a ratos con ramalazos de terror gótico, y con ingenuo y conmovedor sentimentalismo familiar y adolescente, que incluso concita tímidas lágrimas de satisfacción. Y todo ello a un ritmo vertiginoso y con vocación de cuento bizarro para toda la familia.
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