un lloc de cultura peculiar

El Hobbit: La desolación de Smaug

El Hobbit: La desolación de Smaug

autor

Después de El viaje inesperado, primera parte de la segunda trilogía precuela de la primera (¿todo el mundo me sigue?), aquí llega La desolación de Smaug, un producto absolutamente representativo de la factoría Jackson, que parece haberse erigido en el representante de Tolkien, aquí en la tierra.

Cierto es que La desolación de Smaug ofrece un ritmo más sostenido que El viaje inesperado, de lentitudes y morosidades evidentes. Nuestros trece enanos y su Hobbit saqueador transitan ahora por el corazón de la aventura que les lleva, por fin, a la Montaña Solitaria. Les peripecias no faltan, más entretenidas unas que otras, amén de encantamientos, feroces batallas contra enemigos cuya higiene buco dental es discutible, elfos ariscos, humanos codiciosos… Raramente hay tiempo para aburrirse, incluso se pasan excelentes momentos, como los de la célebre y trepidante,  cinematográficamente perfecta,  escena de los toneles. Pero, a pesar de su innegable facultad para deslumbrarnos, el realizador no puede disimular las debilidades de una obra demasiado amueblada.

El cineasta parece más preocupado en la edificación de una precuela de  la trilogía de El señor de los anillos que por la adaptación de un libro que no fue concebido como tal. El film está trufado de referencias cinematográficas a la obra precedente, de guiños autorreferentes que, por cómplices que sean, traducen esa fatigosa propensión de Hollywood a querer reproducir sus glorias pasadas, aplicando las mismas manidas fórmulas. El Hobbit nunca fue esa epopeya que está edificando Jackson. Fue un cuento ideado para los niños. Menos conmovedor y cosmogónico, más ligero y fantasioso, pero con un innegable sentido del humor y una cierta profundidad filosófica. Y es precisamente esa profundidad la que se pierde intentando insuflarlo de una gravedad y una obscuridad artificiales… por no hablar de ese innecesario y escandaloso romance anti natura, que Tolkien debe estar maldiciendo desde su tumba, allá en Aman.

Pero a pesar de todo, el film no decepciona. Martin Freeman sigue siendo un maravilloso Bilbo, y Peter Jackson sigue honorando a la Tierra Media. Cada decorado que toma vida es un regalo espléndido, maravilloso para los fans. Los 160 minutos de metraje pasan a una velocidad bastante loca, gracias a que la apuesta dramática es esta vez mucho más apremiante, y la sensación de peligro más palpable. Pero sobre todo, el tan esperado Smaug está a la altura de su reputación. Es sin duda el primer dragón animado realmente logrado de la historia del cine… Lo que no es poco….

Natalia Rabassa

deixa un comentari

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Posa-li estrelletes


Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies