Hace unos años el escándalo era la mejor campaña promocional que una película podía desear. La censura de las ligas puritanas, la indignación del Vaticano, los ataques de las asociaciones feministas o el rechazo de los colectivos LGTB a un film, por poner algunos y variados ejemplos, prácticamente les garantizaba el éxito de taquilla, porque el morbo del público es inagotable y el sabor de lo prohibido resulta afrodisíaco. Pero las cosas han cambiado mucho en los últimos tiempos y el escándalo ya no vende como antes.
El club de los jóvenes multimillonarios es un reciente caso paradigmático de este renovado statu quo, ya que pese a estar protagonizada por Kevin Spacey, otrora aclamado y oscarizado intérprete por su trabajo en Sospechosos habituales y American Beauty, recaudó 126 dólares el día de su estreno en USA y un total de 618 en el primer fin de semana, que debe ser poco más de lo que costaban los bocatas del catering en un día del rodaje. Y por qué tal descalabro, pues por la mala prensa del actor que recientemente fue denunciado por un joven por acoso sexual. Una acusación que no solo le ha costado el rechazo de sus antiguos fans, sino que le ha llevado a ser denostado por la industria.
Tanto es así, que desde que estalló el escándalo Spacey ha sido despedido del rodaje de Todo el dinero del mundo (sustituido por Christopher Plummer, que volvió a rodar todas las secuencias donde salía éste y fue nominado al Oscar), y se canceló la nueva temporada de House of cards, pese al gran éxito de audiencia obtenido por la serie en sus cinco primeras temporadas.
Ya no está de moda ser malo, ni conflictivo. Y por eso no será fácil que pueda verse en las pantallas españolas El club de los jóvenes multimillonarios, una película a priori no exenta de atractivos, pues basada en hechos reales cuanta la historia de dos amigos que convencieron a sus ex-compañeros de clase en Harvard para crear un fondo de inversiones llamado Club de Chicos Billonarios, el cual les catapultaría a los escalones más altos de la sociedad de Los Ángeles en los años 80. Aunque ni que decir tiene que no fue así. Una historia de finanzas y sueños americanos, de economía ambiciosa frente a la cruda realidad, que tal vez no veamos nunca porque uno de sus protagonistas cayó en (¿merecida?) desgracia en los días de Me too y el No es no.
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