Extrañas sensaciones las que me transmitió el Edipo del Teatro del Temple. Diré, antes de entrar en otras consideraciones, que no me convenció. Pero desde luego tampoco me dejó indiferente. Me resultó de lo más confusa, eso sí, la opción escogida por la compañía para representar el clásico de Sófocles. Supongo que con legítimas pretensiones puristas, intentando reproducir las amaneradas maneras de interpretación y la declamación que se le presupone a la teatralidad de la época clásica, el montaje resulta de lo más artificioso. Muy postizo tanto en los movimientos coreográficos como en las cadencias y tonos vocales. Una impostación generalizada, y voluntaria, debo decir, que provocaba en todo momento una incómoda sensación de falta de espontaneidad y acartonamiento del conjunto. Algo que inevitablemente distanciaba el público de la acción representada. Pero aun así me resisto a usar términos descalificativos, pues prefiero no decir que fuera malo el trabajo, sino que para nada me gustaron el estilo y las formas escogidas para desarrollarlo. Con una excepción, añadiría. La del músico presente, que aportaba atmósfera sonora y efectos narrativos con gran eficacia, utilizando instrumentos presuntamente de la época. Aunque se escapaba por ahí algún cable eléctrico que los delataba. Pero los recursos sonoros y musicales fueron lo más convincente de la obra.
Compañía: Teatro del Temple
Autor: Sófocles
Director: Carlos Martín
Intérpretes: Carlos Martín, Félix Martín, Irene Alquézar, Chavi Brunas, Francisco Fraguas, Alba Gallego y Gonzalo Alonso.
Teatro: Teatre del Mar
Javier Matesanz
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